Sesenta Minutos Para Recordar (Crónica acerca del recorrido en un autobus)
“Mira
vente directo por la Guayana, Alta Vista, Orinokia, Sierra Parima, Core 8, 338,
con puesto, cero ticketc, directo, core core core(…)”
Quien no ha vivido la experiencia de andar en autobús
desde San Félix hasta Alta Vista
definitivamente no ha vivido esa larga odisea que representa una hora de tu
vida montado en un transporte público donde lo menos que esperas es
aburrimiento, y aunque haga calor o te toque ir parado, siempre quedaran
anécdotas para contar.
Es entendible que a casi 37°C, sin un asiento para sudar
tranquilo y un colector queriendo meter a la mitad de la población en un mismo
autobús como si fuesen sardina en lata, más de uno evite tener que usar estos
transportes y termine recurriendo a dejar Bs. 80 en un taxi o usando el comodín
“llamar a un amigo”, al que nunca saludas pero tiene carro.
Las horas picos para usar estos móviles son 6:30 am, 12:00 pm y 6:00 pm pero sin duda
quien se lleva la Gaviota De Oro es las 12:00 pm. Es aquí, cuando todos salen
del colegio y de sus trabajos, sumado con el calor del medio día y el hambre
ruge tripa, que se crean momentos para contar cuando ni el último chisme
publicado en La Bomba entretiene.
Inicia
el trajín
Son aproximadamente las 11:40 del medio día, la
temperatura asciende a unos 37°C y en la parada de la redoma de Manoa hay unas
siete personas esperando un autobús. Pasan de esos que no llegan hasta donde
muchos van a realizar su sueño americano, el Orinokia; solo pasan los que
llegan hasta el puente y un poquito más allá.
Desesperados porque se hace tarde, la gente se empieza a
angustiar y una de ellas decide tomar un taxi antes de que el sudor se empiece
a notar en su blusa. Más atrás esta un hombre que mira feo a todos los que
están esperando y es inevitable sentir que la mirada más llena de odio es hacia
ti.
A lo lejos se empieza a divisar un autobús “Directo”. Los
tres que estaban sentados se paran y los que están parados se empieza a mirar
de reojo y parecieran esperar el 3, 2, 1 para empezar una carrera, la carrera
por quién se subirá primero al autobús y lograra tomar uno de los pocos puestos
que este vacío.
Llega el autobús y empieza la carrera; como león cazando
su presa, todos se pelean y de dan de codos y hombros para lograr subir de
primero y tener el único puesto que esta vació al final del bus al lado de la
señora que lleva seis bolsas de mercado y ocupa un asiento y medio.
Sobre
ruedas
Una vez que estas arriba y te quedas parado, no te queda
de otra que mirar con rencor a quien logró sentarse, y resignarse a que durante
una hora, aproximadamente, recibirás el empujón de todos aquellos que vayan a
salir de la unidad y los pisotones del compañero de al lado que quiere todo el
espacio para sus zapatos y quien al parecer no le resulta efectivamente su
desodorante.
En la siguiente parada se bajan dos personas y se suben
ocho, sumándose a las casi 40 personas que ya habían en el bus. Una de esas personitas
que se sube es una doñita bajita, de falda larga y de piel blanca y rojiza
quien al parecer la edad no le es un impedimento. Ella sabe que algún caballero
le cederá su puesto. Caballeros hay, pero puestos no, así que es una colegiala
quien decide cederle su asiento.
El colector eufórico porque ganara dinero suficiente para
comprar unos nuevos Adidas, no deja de repetir “por favor señores avancen en el
pasillo. Colaboren por el pasamano”. Y como es cotidiano, una señora abrumada
por el calor, grita a toda voz que ella no se va a mover y que el que quiera
pasar que lo haga. Ella no se da cuenta que ocupa el espacio que ocupan dos
personas.
Lleve
todo lo que pueda
Mientras el bus avanza, se sube un vendedor
ambulante. “Bueno señores yo sé que esto es algo fastidioso y hasta algo
molestoso pero lo que les vengo a ofrecer aquí el día de hoy es algo que ni lo
enriquece ni lo empobrece”. Tenga por seguro que no será el único vendedor con
el que se encontrara. Por lo menos unos cuatro productos llegaran a sus manos
mientras realiza el recorrido, y así no quiera tomarlo, igualmente verá el que
tomo quien va sentado a su lado, y cómo
no, si estos productos son toda una ganga. 3 o 2x1 por tan solo Bs. 10 o 20.
Crema para el acné, baba de caracol, ungüento para los
dolores, cepillos de diente, chocolates, mentas, libros para los niños, kit de
costura, tijeras de última generación, sombrillas y pare usted de contar. Esta
definitivamente es la mejor oportunidad para hacer un mini mercado sobre ruedas.
Si tiene suerte, más adelante se topará con un viejito
que ya casi ni dientes tienes, pero la voz no la pierde, y su bigote menos. Él
es el único que contribuye con la alimentación sana en los buses. Ofrece
almendras, nueces, semillas, frutos secos dulces, el popular maní saladito y
todo “bien baratico”.
Para los que se vuelvan clientes fijos de estos medios,
se toparán cotidianamente con personas que todas las semanas se le muere o
enferma un familiar y piden como colaboración lo que salga de su corazón para
poder ayudarlo. No se extrañe si lo ve en un centro comercial comprando ropa de
marca.
Como
una miss
Cruzando el puente la temperatura cambia, hasta el sol se
siente diferente, y ya más cerca de su destino, es inevitable ver como dos
mujeres sacan su kit hágalo usted misma con maquillaje. Monreve es el favorito,
rubor, algo de rímel, pintura para labios, lápiz y esas cejas marcadas sin
temor a Dios. Todo eso con un pulso de profesional, y esa cara mate, lista para
una jornada de trabajo.
La brisa apabullante que entra por las ventanas arruina
más de una cabellera, pero nada que una peinada rápida con la cabeza abajo para
que nadie te vea no pueda arreglar. Tal cual como lo hace una pasajera que va
sentada adelante, quien saca su espejo y se revisa las raíces para asegurarse
que el sudor no haya arruinado su desriz.
Y para qué hablar de la música. Este ritual de belleza va
acompañado con lo mejor de la bachata, changa, salsa y merengue, con canciones
covers de los años de Madonna y un sonido tan magistral que solo oyes el rebote
que producen las cornetas.
Mas adelante, poco antes de llegar a la parada del Loyola
el colector grita “No tengo parada en el Loyola”. Casi a punto de llegar a la
misma, todos se ven de reojo esperando que alguien pida parada. Un momento de
tensión como el antepenúltimo capítulo de una novela, inunda los asientos del
autobús y es en ese momento cuando se oye a toda voz “¡Parada!”.
Obviamente el conductor no se detiene y es ahí cuando
todos empiezan a gritar parada. Los pasajeros que no están cerca de quien pidió
parada empiezan girar la cabeza muy disimuladamente buscando quien fue aquel
que oso desafiar la regla del colector. Con rabia el conductor no le queda de
otra que detenerse unos kilómetros más adelante y todos ven con cara tensa al
que se va a bajar esperando algún gesto o intercambio de palabras con el
colector.
A
punto de pagar
Después de ya
casi 40 minutos, la primera parada donde la gente se agita es la de Macro
Centro. Por lo menos unos 20 pasajeros le dan fin a su recorrido dejando
espacio para otros que apenas lo inician. Por ser ya más de las 12:30pm, el
autobús se llena mayormente de estudiantes con bolsos que podrían llenar un
camión de carga. Bolsos que no van precisamente repletos de libros.
Nuevamente la música a todo volumen, el bus sigue su
recorrido a 70Km/h haciendo competencia con el otro que va atrás, simulando que
vas en una montaña rusa gracias a los baches que hay en la avenida; dejando a
más de un pasajero a medio camino y haciendo que uno de ellos tenga que gritar
a todo pulmón su parada.
Dos cuadras más adelante esta el destino final de casi el
total de pasajeros que abordan el transporte, el Orinokia. El colector se
convierte en mago, empieza a recibir dinero hasta con los pies, y sin ser un
experto en las matemáticas sabe que cobrando un bolívar mas, porque no tiene
vuelto, podría ganar hasta Bs. 100 extras al neto correspondiente por el pago
del pasaje.
El popular refrán “Más solo que la 1 de la tarde” no
tiene cabida en esta situación. Y será como hasta las 3:00 pm que el movimiento
de pasajeros cese un poco. Tiempo suficiente para poder seguir generando dinero
extra por vueltos incompletos.
Ya muchos disfrutan del aire del centro comercial mientas
otros continúan su recorrido hasta alguna de las siguientes paradas pero el
recorrido no se detiene ni para el colector ni para el conductor, así como
tampoco para aquellos que hacen uso de este medio para transportarse de lunes a
lunes acumulando nuevas vivencias repetitivas pero que nunca dejan de
sorprender.
2 comments
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ResponderBorraryounger sister is analyzing these kinds of things, therefore I am going to let
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